"La gente no busca razones para hacer lo que quiere, busca excusas"
William Somerset


11.12.07

BEOWULF Y LA MADRE DE GRINDEL

Aquí les dejo la segunda parte de la pequeña saga, se me había olvidado que la estaba posteando xD. Disfrutenla ! ^_^
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Grendel, el Troll vencido por Beowulf, no era sino un vástago de la raza de los seres de los tiempos primitivos.

En el mismo pantano vivía su madre, una bestia aún más terrible y sanguinaria que el propio Grendel.

Cuando volvió su hijo moribundo, se despertó en ella un terrible deseo de venganza. Y para cumplir ésta, en cuanto llegó la noche se puso en camino, guiándose por las huellas sangrientas que su hijo había dejado.

Llegó a la sala donde dormían los guerreros y atrapó al primero. ¡Qué espantoso fue el despertar de los daneses! Se contentó el horrendo ser con uno solo y huyó sin esperar a que apareciese Beowulf. Y la víctima no era sino Askher, el mejor compañero de Rodgar, su escudero y más fiel amigo. ¿en donde estaba pues, Beowulf?

Este había sido conducido por sus hombres a un lugar apartado, para que reposase después de la terrorífica lucha con Grindel. Cuando, a la mañana siguiente, entró saludando alegremente en la sala, ¿qué fue lo que vio? Desesperación, miseria y sangre.

Y Rodgar dijo así:

-No hables de paz...¡Aquí no hay paz! Askher ha muerto; mi buen Askher, el mejor de mis hombres...¡Cuántas veces en la batalla estuvo junto a mí! ¡Cuántas veces su consejo me valió el triunfo! Le ha matado un nuevo monstruo, guiado por las huellas de Grendel.

Sí, tú venciste a Grendel, le heriste de muerte, y aún así...¡ha vuelto! No; creo que es verdad lo que me decían los guerreros: en el pantano viven dos bestias horribles, una pareja de gigantes, el uno con aspecto de hombre, que era Grendel, y el otro, espantosamente
deformado, que es una mujer.

Temo que sea ella la que nos ha arrebatado a Askher. ¿Quién podrá vencer a la madre del infierno?

Impetuosamente gritó Beowulf:

-¡Ah, hijo de Halfdan!, ¿crees tú que si vencí al hombre lobo no seré también capaz de vencer a la loba? Hoy mismo salgo en busca de ella.

-¡Oh Beowulf, grande es tuvalor, pero guárdate! No conoces los peligros de esos tenebrosos lugares, ese nido de monstruos que es el pantano.

Pero el héroe no quiso escuchar las recomendaciones del monarca y habló de partir inmediatamente al tiempo que juraba no volver sin antes haber vencido a la giganta.

Emprendieron la marcha y al encontrarse en las inmediaciones del lago, Beowulf, sin pensarlo ni un segundo, de un ágil salta, se precipitó al interior del abismo de las tenebrosas aguas. Durante un largo espacio de tiempo que estuvo buceando.

Pronto la monstruosa hembra advirtió que el héroe venía a vengar la muerte de Askher y salió a su encuentro, regodeándose por la nueva presa.

Con sus garras rodeó el cuerpo de Beowulf, pero éste estaba protegido por la coraza.

El monstruo sólo pudo arrastrarlo hasta la cueva. ¡Terrible peligro corría el héroe! ¡Inútil fuera su valor, porque tuvo que dejarse llevar por el gigante; inútil era su espada, la espada que diera muerte a otros gigantes! Por el agua se precipitaban horribles animales, hasta que, de pronto, se encontró en una amplia sala, cuya techumbre la protegía del peso de las olas.

Y con una luz en medio de las tinieblas, pudo contemplar el rostro nauseabundo de la giganta. Entonces se lanzó, golpeándola con todas sus fuerzas con la espada; pero, ¡ay!, el acero no conseguía herirla, ya que la mejor de las espadas era frágil contra la madre
de Grendel.

La fiera consiguió por fin derribar al héroe y éste hubo de confiar su suerte al propio denuedo.

Cual héroe que en realidad era, probado su valor de tal en mil y una batallas, se resistió con toda su fortaleza al empuje de la furiosa fiera.

Pudo al fin atrapar el brazo de ella con una mano poderosa, retorciéndoselo hasta derribarla.
¡Las rocas temblaron como en un maremoto!

Pero de un salto volvió a incorporarse la giganta lanzándose sobre Beowulf hasta conseguir aplastarlo contra el suelo. Beowulf vio cómo su enemigo sacaba un cuchillo y se lo ponía contra el pecho. Pero tropezó contra las mallas de la coraza y por un instante hubo de
detenerse.

Momento que aprovechó el héroe para arrancarle el acero y hundírselo con fuerza incontrastable en la garganta. El monstruo cayó moribundo, ahogándose en su propia sangre.

Beowulf se levantó exhausto de la horrible lucha, miró alrededor y vio junto a un hogar que ardía en la roca una espada enorme, demasiado pesada para ser esgrimida en la lid, una obra magnífica de gigantes; mas él la cogió con ambas manos y siguió recorriendo la
vasta sala.

De repente, reconoció, tendido en un gran lecho, al herido Grendel.
Blandió la espada contra él y le cortó la cabeza. Así vengó el héroe los crímenes cometidos contra los valientes daneses en tantas noches de terror. Pero la espada se había fundido, por el calor de la sangre del monstruo, y la hoja había desaparecido.

Pocas horas después el rey Rodgar alabó, en un largo y caluroso discurso, el valor y la temeridad de Beowulf. Después se celebró un banquete de despedida y al día siguiente los héroes godos partieron hacia su país de procedencia.

Fueron recibidos con gran alegría y la gloria de Beowulf aumentó hasta el punto de que los godos-que ya habían comunicado al héroe la triste noticia del fallecimiento, en su ausencia, del noble señor Hugileik, en lucha contra los frisios-comprendieron que había de ser
aquél quien sucediera a éste.

Beowulf sucedió en el trono a su desdichado predecesor y gobernó a los godos durante muchos años, alcanzando gran fama y completa felicidad y siendo honrado por todos.

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