"La gente no busca razones para hacer lo que quiere, busca excusas"
William Somerset


15.9.07

Tratando de conquistar lo inconquistable

Un poco de historia.
Hay que resaltar el hecho de como en los ámbitos políticos, militares y sociales se produjo una conspiración para acabar con nuestra cultura, y dar paso al dios de los esclavos, el dios del desierto.



Como ya se ha visto, los cántabros fueron sometidos por César
Augusto en el año 19 antes de la era cristiana. De aquí hasta la
caída del Imperio, Cantabria vive administrada por los romanos, como
ocurre en el resto de la península. Sin embargo, esta romanización
sólo es administrativa, ya que los cántabros siguieron conservando
sus costumbres bárbaras. Tampoco el Imperio estaba deseoso de que
los cántabros abandonasen esas costumbres, ya que la tierra de
Cantabria era inhóspita para un ciudadano romano medianamente
civilizado.

Con la caída del Imperio, en el siglo IV de nuestra era, las
tribus germanas del Norte de Europa invaden éste, e Hispania con él.
Los asentamientos germanos que se dieron en el norte fueron alanos y
suevos, mientras que en la Meseta se asientan los visigodos, que
fueron desplazados de Francia por las hordas hunas que venían de
Asia.

Este momento es aprovechado por los cántabros para
independizarse del Imperio en declive y volver a sus costumbres y a
su deseada independencia. Mientras que los galaicos son sometidos
por los suevos, y el resto del mundo hispano-romano por los
visigodos, los astures, cántabros y vascones vuelven a tener la
soñada independencia que perdieron con Octavio Augusto.

Ya se ha formalizado la cristianización del Imperio. Los
germanos que invaden Hispania son cristianos arrianos, mientras que
los hispano-romanos son seguidores de la doctrina de Roma. Las
tribus montañesas siguen siendo paganas, a diferencia del resto de
la península. Y, como ya ocurrió con los romanos, los visigodos
tampoco dieron mucha importancia a la independencia de los
montañeses.

Los visigodos se mezclaron poco con los hispanos, al contrario
que los romanos. Formaron sus propias sociedades con sus propias
leyes, respetando las leyes romanas que regían en la península.
Respetaron hasta el Clero Romano, convirtiendo a los obispos
hispanos en consejeros personales cuya influencia se notó hasta el
punto que los reyes visigodos más tardíos abandonaron el arrianismo,
volviendo a la tutela de Roma.

Es lógico pensar que los visigodos, teniendo una Meseta rica
para cultivar cereal, no se fijasen en una tierra tan agreste como
Cantabria, Asturias o Vasconia. Por esta razón los montañeses no
tuvieron muchos problemas cuando éstos invadieron Hispania. Sin
embargo, muy pronto los visigodos caerían en su error. Las tribus
montañesas volvieron a ejecutar sus rapiñas en la Meseta, y el Rey
Leovigildo no tuvo reparo en invadir el Norte de la península en el
siglo VI. Sin embargo, en esta ocasión ocurrió que donde más
enconamiento encontraron fue en las tribus vasconas. Los cántabros
fueron sometidos cuando se destruyó la ciudad de Amaya, el bastión
cántabro más importante. En los escritos sobre San Millán ya se
cuenta la visión que tuvo el santo sobre la caída del antiguo castro
cántabro. Y posiblemente fuese debido a que los cántabros fueron más
castigados en la época de Octavio Augusto que los vascones. Por esta
razón se dió la frase "domuit vasconi" que se pronunció cuando los
visigodos creyeron tener dominado todo el Norte.

Sabedores de la indomabilidad de los montañeses, los visigodos
crearon un plan de repoblación de Cantabria con gentes de la Meseta,
y también en sentido contrario. Crearon a su vez un Ducado de
Cantabria, para dotar así de una administración propiamente cántabra
a dicha zona. El plan de los visigodos fue muy inteligente. Dotaron
a Cantabria de unos derechos feudales, y al mismo tiempo los
sometieron a la corona visigoda, que aceptaron sin rechistar. Quizá
era lo que buscaba el indómito pueblo, un reconocimiento de su
existencia y no un mero pasar por manos de naciones conquistadoras.

Aún así, muchos montañeses siguieron conservando las costumbres
de sus antepasados, sin que el cristianismo ahondase profundamente
en el sentir de la población. Tiene que llegar la invasión árabe
para que los cántabros tomen las riendas, junto a sus vecinos
astures, de la defensa del cristianismo.

Con la caída de Rodrigo, los árabes inician su paseo por España
hasta llegar a la cornisa cantábrica. Gentes que huyeron de la
Meseta a refugiarse en las tierras del Norte, junto con cántabros,
astures y nobles visigodos, repelieron en la Batalla de Covadonga,
al mando de un noble astur, Pelayo, el avance. Los vascos hicieron
lo propio en su tierra, y los habitantes de la cuenca del Ebro y
Pirineos frenaron el avance por el este, que amenazaba a Europa. Los
cántabros, que habían acogido a los foramontanos (habitantes de la
Meseta huídos por el avance musulmán), se romanizaron en esta época,
y se convirtieron en los defensores de la fe del Cristo. En esta
época aparece un monje famoso en toda la cristiandad, Beato de
Liébana, cuyas obras son la doctrina que impulsa la Reconquista.

Por otro lado, Pelayo muere y le sucede Fabila, su hijo, que
muere poco después en las garras de un oso durante una cacería.
Alfonso, hijo de Pedro, Duque de Cantabria sucede a Fabila. Se
inicia entonces el Reino de Asturias como primer reino cristiano de
la época en la península, y los cántabros se sienten integrantes de
una comunidad superior. El afán de independencia se vuelve afán de
defensa del cristianismo frente al invasor árabe, y se empiezan a
configurar los reinos cristianos de la Península Ibérica.

Los vascones siguen una trayectoria paralela, formando el reino
de Navarra, mientras que en el resto del pirineo se establece la
Marca Hispánica, frontera con el mundo árabe, dependiente del
todopoderoso Carlomagno.

Cantabria desaparece entonces de la historia como nación
independiente. Su anexión al reino de Asturias, provocada por el
hecho de la subida a su trono del hijo de Pedro, está plenamente
consumada. No hay motivos para pensar que los cántabros no deseasen
esa anexión, ya que los astures eran sus hermanos más directos, a
diferencia de los vascones, que conservaban su lengua y su paganismo
y no lo abandonan hasta bien entrado el siglo XII.

Sin embargo, no hay que olvidar la influencia cántabra en la
España de la Reconquista. Son los monjes cántabros quienes crean los
mitos que aflorarán a lo largo de ésta, como lo fue el del Apóstol
Santiago, hoy patrono de España. También son cántabros los que
empiezan a repoblar la Meseta. Ya no son ese pueblo belicoso de
tiempos de Augusto. Son un pueblo comprometido en la recuperación de
las tierras dominadas por el invasor árabe.


Folk Visigoth, México.

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