"La gente no busca razones para hacer lo que quiere, busca excusas"
William Somerset


17.4.08

Vanessa Mae (Bio I)

La vida de Vanessa-Mae se inicia en Singapur el 27 de Octubre de 1978. Hija de la señora Tan Soei Luang, una pianista clásica y abogada nacida en China (quien luego adoptaría el más occidental nombre Pamela) y del empresario hotelero tailandés Vorapong Vanakorn, la niña fue bautizada Chen Mei Vanakorn. Su primer acercamiento a la música, más allá de oír en casa el piano de su madre, tuvo lugar en el jardín maternal de Singapur, donde al igual que sus compañeritos, fue incentivada a jugar con un piano. Mientras Chen Mei entretenía sus deditos sobre el piano del jardín, sus padres no hallaban solución para la seria crisis matrimonial que venían soportando hace algún tiempo y finalmente todo devino en divorcio. Pronto, su madre se juntó con un abogado británico llamado Graham Nicholson, que residía en Singapur por cuestiones de trabajo y, al poco tiempo, el trío se mudó a Londres. La niña, por entonces tenía cuatro años y se ubicó con su mamá y su nuevo padre en el barrio de Kensigton, en el Londres occidental. Aquí también aparece la occidentalización de nombre, esta vez en la niña, que pasaba a llamarse Vanessa-Mae (el Mae debe pronunciarse Mei, lo que coincide con el segundo ideograma chino de Chen Mei).

Una vez instalados en la casona de Kensigton, Graham Nicholson formalizó la adopción de Vanessa y le dio su apellido, que Vanessa usaría en segundo lugar, después de su Vanakorn natal. También Pamela combinaba ahora los apellidos orientales y occidentales; pasaba entonces a llamarse Pamela Tan Nicholson. Hasta los cinco años, Vanessa-Mae sólo había tenido contacto con el piano, en cuanto a prácticas musicales se refiere. Curiosamente, su madre jamás intentó encaminarla hacia la música. Más bien, sus aspiraciones para la niña se orientaban hacia la abogacía, que ahora compartía con su nuevo marido. En cambio, su padrastro sí influyó en la incorporación del violín al repertorio de actividades extracurriculares de la pequeña Vanessa que, dicho sea de paso, también asistía a clases de danza clásica. Sucede que el señor Nicholson, además de abogado era violista y se ilusionaba con tener a su hija como acompañante. Así, Vanessa-Mae tuvo su primer acercamiento al violín a los cinco años, en la escuela, aunque todavía sólo como un juego.
Al poco tiempo los docentes creyeron ver en la niña un importante potencial y pidieron permiso a sus padres para hacerlo germinar. Los profesores pasaron de la escuela al domicilio particular de los Nicholson y la pequeña violinista comenzó a demostrar una evidente soltura con el instrumento, aunque sólo lo consideraba un hobby, un entretenido pasatiempo.

El tiempo transcurrió y las prácticas se hicieron más intensivas junto a lo cual la destreza de Vanessa-Mae creció desproporcionadamente lo mismo que su pasión por la música. Esos años la vieron cursando la escuela primaria en la Holand Francis School -una institución educativa para señoritas de lo más común- y acompañando a sus padres a conciertos y óperas. En este ambiente inusual, que combinaba lo mundano de una escuela normal y lo selecto y elitista de la música culta, se fue forjando en Vanessa-Mae un innegable apego por la música en general y por la música clásica en particular. Tanto fue así que a los ocho años decidió hacer de este arte el objeto de su vida. Comunicada la decisión a sus padres, Graham y Pamela multiplicaron sus esfuerzos y redoblaron su apoyo a la talentosa niña, que por cierto, había alcanzado un elevado nivel de destreza con el violín.

Para perfeccionar su técnica sus padres la enviaron al Conservatorio Central de China, en Beijing, donde tomó clases de violín con un prestigioso profesor local, el Sr. Lin Yao Ji. Además, aprovechando sus períodos en la tierra de sus ancestros, se inició en el estudio del idioma mandarín y elaboró trabajos prácticos para su escuela de Londres.A los diez años sobrevinieron dos hechos que se convertirían en hitos de su vida: por un lado, sus papás le compraron un costoso violín fabricado por el luthier italiano Giusepe Guadagnini en 1761, cuyo valor oscilaba las 150.000 libras esterlinas. Por el otro, su primer concierto como solista acompañada por la orquesta London Philharmonia. Por entonces se oían las primeras voces que hablaban de "niña prodigio". Efectivamente, su precocidad musical y talento natural fue bien visto por el director del Royal College of Music, quien la admitió como alumna regular con tan sólo once años para tomar clases avanzadas con el profesor Félix Andrievsky. Era la más joven de todo el alumnado y sus excepcionales cualidades merecieron una frase que, para sus fans, es todo un símbolo: "una verdadera niña prodigio, como Mozart o Mendelssohn". Esta declaración del director de la institución, el profesor Michael Gough Matthews, fue más tarde relativizada e incluso ridiculizada por algunos críticos.


En 1991, a los 12 años, inició una gira internacional junto a la agrupación London Mozart Players, el "Mozart Bicentennial Tour". Además, para finales de ese mismo año, realizó tres grabaciones clásicas para el sello Trittico: "Violin", "Kids Classics" y "Tchaikovsky & Beethoven violin Concertos". Este último vino a clavar un nuevo mojón en su aún incipiente y ya exitosa carrera: era la persona más joven en grabar dichas obras. Su madre, sin perder pisada de lo que su hija iba logrando, ya se había hecho cargo de su representación, oficiando de manager (cargo que ocuparía hasta 1999), productora, consejera artística y pianista acompañante. En 1992, a los catorce años, finalizó sus estudios en el Royal College of Music y hubieron de transcurrir dos años hasta su siguiente golpe efectista: en un hecho único en el mundo de la música, la instrumentista de tan sólo 16 años firmó un contrato con EMI Music para grabar tanto música clásica como pop. Así, en 1995, armada con un nuevo violín eléctrico de la firma americana Zeta, con nuevo y prestigioso manager -Mel Bush- y con look provocativo, Vanessa-Mae grabó su primer álbum pop, titulado "The Violin Player".


Este disco la mostraba como nunca antes, muy lejos de la solemnidad de los clásicos, en un estilo al que ella misma bautizó "fusión tecno-acústica". Como buen álbum pop que se precie, no podían faltar los vídeo-clips de los temas más importantes. "Tocata y fuga" y "Red Hot" son hoy verdaderos íconos de la discografía de Vanessa-Mae, habiendo alcanzado la cima de los charts europeos y, por supuesto, gran difusión y popularidad. Para los demás temas del disco se recurrió a la creatividad de Mike Batt, todo un experto en música pop instrumental. Las casi 3 millones de placas vendidas le redituaron importantes ganancias y una lluvia de pedidos de presentaciones en vivo desde todo el mundo. El primer video comercial puesto a la venta se filmó también en 1995, bajo el título “Live at the Royal Albert Hall”, y presenta un exitoso recital que la virtuosa adolescente brindó a sala llena en este prestigioso recinto. Sin embargo, es también aquí donde la otrora crítica homogénea y halagüeña se dividió para siempre entre quienes aceptaron y apoyaron con espíritu sincero y actitud abierta el nuevo rumbo tomado por la jovencita y los otros, los conservadores e incapaces de concebir que la música culta puede intimar con otros ritmos "inferiores", acaso plebeyos, como el rock, el pop o el soul. No obstante estas nuevas posiciones adversas (minoritarias, por cierto), Vanessa-Mae consiguió organizar una gira mundial que la llevó a dar docenas de conciertos por toda Europa y Asia: "The Red Hot Violin Player World Tour".


Incluso cruzó el Atlántico y aterrizó en los Estados Unidos, donde brindó algunos conciertos y tuvo el honor de ser la primera artista extranjera invitada a interpretar el Himno nacional estadounidense, emocionando al "difícil" público de Chicago en dos memorables presentaciones: Wrigley Field y Comiskey Park, el 30 y 31 de julio respectivamente. También en el año 95 llegaron los primeros reconocimientos internacionales materializados en la forma de premios: el Bambi Award a la "Artista clásica del año" y el ECHO International Award en la categoría "Bestseller del año 1995".


El aluvión de pedidos dio lugar a apretadísimas agendas, viajes constantes y un renombre cada vez más importante. No obstante, se hizo tiempo para experimentar con nuevos ritmos y fusiones de estilos: en el mini álbum “The alternative Record” (un disco intermedio entre un simple y un LD, con seis temas y 25 minutos de duración), adaptó el tema “Classical Gas” al ritmo del reggae jamaiquino y exploró nuevos sonidos en obras ya estrenadas anteriormente. Este disco fue distribuido de forma muy limitada en Asia, Europa Oriental y Sudáfrica y hoy día es prácticamente imposible de conseguir. A pesar del suceso de su flamante trabajo pop, Vanessa-Mae no abandonó su repertorio clásico. La interminable gira del año 96 no sólo incluía conciertos tecno-acústicos sino que también los había puramente clásicos. En realidad, casi siempre cada tipo de concierto contenía pequeñas introducciones del otro estilo. Esta forma tan peculiar de orientar una carrera musical hacia dos audiencias presumiblemente opuestas le dio sin embargo excelentes resultados y era realmente llamativo el hecho de llenar salas de concierto con personas de las más variopintas apetencias musicales. Esta gira dio lugar a otro video comercial grabado durante la segunda visita a Alemania, en septiembre de 1996, titulado “Live at the Berlin Philharmonie”, y que la presenta en todo su esplendor técnico.

También en 1996, Vanessa inició lo que, con el paso de los años, se convertiría en una constante de su carrera artística: su relación musical con los automóviles mas lujosos del mundo. El primero de la lista fue el Mitsubishi Lancer, en cuya publicidad televisiva ella aparecía tocando Red Hot en Stonehenge y que propició un concierto en Tailandia, además de publicidad gráfica en algunos medios especializados.


A esta altura, Vanessa-Mae ya era una personalidad reconocida mundialmente y con la cartera de pedidos rebosante de solicitudes desde todo el planeta. El siguiente evento trascendente fue el lanzamiento del álbum "The Classical Album #1", que marcó su regreso al repertorio clásico. Un regreso llenó de gloria, por cierto, y otro récord para su vitrina de trofeos: en apenas dos semanas este disco vendió 500.000 unidades y se convirtió en el disco clásico más vendido del mundo y el de venta más rápida. Este lanzamiento vino a cumplir con la promesa que Vanessa-Mae había hecho a sus fans, de que mantendría sus carreras clásica y pop de forma paralela. El año 97 trajo más laureles (un nuevo premio de ECHO, esta vez denominado "Clásicos sin Fronteras" en mérito a su Classical Album #1, el World Music Award a la "Artista clásica mas vendedora del mundo" y el Nordoff Robbins Silver Clef International Award a sus "logros excepcionales en el mundo de la música pop") y una buena oportunidad para explorarse a sí misma e indagar en sus raíces orientales. Por entonces en compañía del compositor Andy Hill, Vanessa-Mae recibió el encargo de componer una obra para musicalizar la celebración de reunificación de China y Hong Kong.




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