Gabriella Erzsébet (o Alžbeta = Isabel, Elísabeth) Báthory-Nádasdy de Ecsed ( Nyírbatór, 7 de Agosto de 1560- Catillo de Cachtice, 21 de Agosto 1614) fue una mujer poderosa, perteneciente a una de las mejores familias aristocraticas de su país. Es conocida en el mundo entero como la "Dama Sangrienta", debido a una serie de asesinatos cometidos por su obseción por la belleza.
Historia
Hija de Györgu Báthory de Ecsed y Anna Báthory, entre sus familiares hubo un cardenal y varios principes. Crecio su infancia en el castillo de Csejte, se dice que cuándo era pequeña sufrio de varios ataques de orden neurológicas.
Como era la costumbre de la época, a los 13 años fue comprometida con el Conde Ferenc Nádasdy de Nádasd y Fogarasföld, quién le doblaba la edad. Al año fue enviada al castillo Nádasdy para conocer a su nueva familia, pero jamás se llevo bien con su suegra Ursula, pues se dice que Báthory insinuaba mucho la superioridad de su apellido y esto jamás le agrado.
A los trece años como resultado de sus amoríos con uno de sus esclavos tuvo un bebé, el cuál fue desaparecido.
A diferencia de la mayoría de las personas de la época, Erszébet recibio una buena educación y su cultura sobrepasaba a todos. "Hablaba perfectamente el húngaro, latín y alemán mientras que la mayoría de los nobles húngaros no sabían ni deletrear ni escribir [...] hasta el príncipe de Transilvania era prácticamente analfabeto".
A los 15 años, en 1575 casó con Ferenc, que entonces contaba 26 años de edad. Fue Ferenc quien adoptó el apellido de soltera de su esposa, mucho más ilustre que el suyo. Se fueron a vivir al castillo de Csejte en compañíañ de su suegra Úrsula y otros miembros de la casa. El joven conde no se pasaba mucho por allí: la mayor parte del tiempo estaba combatiendo en alguna de las muchas guerras de la zona (empalando a su enemigos sin compasión), lo que le mereció el apodo de "Caballero Negro de Hungría". Existe registro epistolar de cómo Ferenc y Erzsébet intercambiaban información sobre las maneras más apropiadas de castigar a sus sirvientes, esto era normal entre los nobles de la época.
Ferenc y Erzsébet apenas se veían debido a las actividades guerreras del primero, así que no fue hasta 1585 diez años después de su matrimonio, que la condesa tuvo a su primera hija, Ana, y en los nueve años siguientes dio también a luz a Úrsula y Katherina. Finalmente, en 1598 alumbró a su único hijo, Pál.
En la gélida mañana del 4 de enero de 1604 el Caballero Negro de Hungría murió de súbita enfermedad durante una de sus batallas y dejó viuda a Erzsébet, que contaba 44 años. Es aquí cuando comienzan sus supuestos crímenes. Para empezar, despidió a su muy odiada suegra del castillo, junto con el resto de la parentela Nádasdy; las muchachas a las que ésta protegía en esos momentos fueron llevadas a los sótanos y allí recibieron por fin los castigos que, en opinión de Isabel, se merecían.
Esto dejó a Erzsébet en una situación peculiar. Señora feudal de un importante condado de Transilvania, metida en todas las intrigas políticas de aquellos tiempos convulsos, pero sin ejército con que proteger su poderío. Por la misma época, su hermano Gabor, se convirtió en Príncipe de Transilvania, con el apoyo económico de la riquísima Isabel. Gabor se metió pronto en una guerra con los alemanes; por complejas razones políticas, esto la ponía en peligro de ser acusada de traición por el ReyMátyás II de Hungría -quien probablemente ambicionaba sus extensos dominios-. Viuda como era, se vio más vulnerable y aislada que nunca.
Es por esta época que empiezan a escucharse rumores de que algo muy siniestro ocurre en el castillo de Čachtice. A través de un pastor protestante local, llegan historias de que la condesa practica la brujería(explícitamente, la magia roja) y para ello utiliza la sangre de muchachas jóvenes -una típica acusación muy popular en la época, similar a las que se realizaban contra los judíos y disidentes-. Es curioso observar el paralelismo con Juana de Arco, acusada igualmente de brujería cuando su poder político se consideró peligroso para el sistema establecido. Mátyás ordena a un primo de Isabel enemistado con ella, el conde György Thurzó, que tome el lugar con sus soldados y realice una investigación. Dado que la señora de Báthory carecía de fuerza militar propia, no hubo resistencia.
Según la investigación del conde Thurzó, hallaron en el castillo numerosas muchachas torturadas en distintos estados de desangrado, y un montón de cadáveres por los alrededores. En 1612 se inició un juicio en Bitcse. Isabel se negó a declararse inocente o culpable, y no compareció, acogiéndose a sus derechos nobiliarios. Quienes sí lo hicieron, por la fuerza, fueron sus colaboradores. János Ujváry, el mayordomo testificó que en su presencia se había asesinado como mínimo a 37 "mujeres solteras" de entre once y veintiséis años; a seis de ellas las había reclutado él personalmente para trabajar en el castillo. La acusación se concentró en los asesinatos de jóvenes nobles, pues los de las siervas carecían de importancia. En la sentencia todos fueron declarados culpables, unos de brujería, otros de asesinato, los demás de cooperación.
Todos los seguidores de Isabel, excepto las brujas, fueron decapitados y sus cadáveres quemados; éste fue el destino de su colaborador Ficzkó. A las brujas Dorottya, Ilona y Piroska les arrancaron los dedos con tenazas al rojo vivo "por haberlos empapado en sangre de cristianos" y las quemaron vivas. Erzsi Majorova, una burguesa de la zona acusada de cooperación, también fue ejecutada. Katarina Beneczky, que con catorce años era la más joven de las ayudantes de Isabel, salvó la vida por petición expresa de una superviviente, si bien con cien latigazos en el cuerpo.
Pero la ley impedía que Isabel, una noble, fuese procesada. Fue encerrada en su castillo. Tras introducirla en su mazmorra, los albañiles sellaron puertas y ventanas, dejando tan sólo un pequeño orificio para pasar la comida. Finalmente el rey Mátyás II pidió su cabeza por las jóvenes aristócratas que supuestamente habían muerto a sus manos, pero su primo el Gran Príncipe de Transilvania le convenció para que retrasara el cumplimiento de la sentencia de por vida. Así es que la condenaron a cadena perpetua en confinamiento solitario. Esta pena implicaba también la confiscación de todas sus propiedades, lo que Mátyás venía ambicionando desde tiempo atrás.
El 31 de julio de 1614Isabel, de 54 años, dictó testamento y últimas voluntades a dos sacerdotes de la catedral del arzobispado de Esztergom. Ordenó que lo que quedaba de las posesiones familiares fuese dividido entre sus hijos.
El 21 de agosto de 1614 uno de los carceleros la vio caída en el suelo, boca abajo. La Condesa Isabel Báthory estaba muerta después de haber pasado cuatro largos años emparedada, sin ni siquiera ver la luz del sol. Pretendieron enterrarla enla iglesia de Čachtice, pero los habitantes locales decidieron que era una aberración que la "Señora Infame" fuera enterrada en el pueblo, y además en tierra sagrada. Finalmente, y como era "uno de los últimos descendientes de la línea Ecsed de la familia Báthory" la llevaron a enterrar al pueblo de Ecsed en el noreste de Hungría, el lugar de procedencia de la poderosa familia. Todos sus documentos fueron sellados durante más de un siglo, y se prohibió hablar de ella en todo el país.
Dos años después, las hijas y el hijo de Isabel fueron finalmente acusados de traición por el apoyo de su madre a la guerra contra los alemanes; Anna Báthory, una prima de la condesa, llegó a sufrir tortura por este motivo en 1618, cuando contaba 24 años, pero sobrevivió. Finalmente la mayor parte de la familia Báthory-Nádasdy huyó a Polonia; algunos retornaron después de 1640. Un nieto sería ejecutado en 1671 por oponerse al Emperador Alemán. En la Hungría contemporánea, Erzsébet Báthory está completamente rehabilitada y - al igual que Juana de Arco- muchos la consideran herína nacional.
Y la leyenda...
Según la leyenda, Erzsébet Báthory fue una cruel asesina en serie obsesionada por la belleza que utilizaba la sangre de sus jóvenes sirvientas y pupilas para mantenerse joven en una época en que una mujer de 44 años se acercaba peligrosamente a la ancianidad. La leyenda cuenta que Erzsébet vio a su paso por un pueblo a una anciana decrépita y se burló de ella. La anciana ante su burla la maldijo diciéndole que ella también estaría como una vieja en poco tiempo.
Según el testimonio del conde György Thurzó (primo y enemigo de Erzsébet, nombrado investigador general por el Rey) cuando su hueste llegó al castillo el 30 de diciembre de 1610 halló oposición, ni a nadie para recibirles. Lo primero que vieron fue a una sirviente en el cepo del patio, en estado agónico debido a una paliza que le había fracturado todos los huesos de la cadera. Esto era práctica corriente y no les llamó la atención, pero al acceder al interior se encontraron a una chica desangrada en el salón, y otra que aún estaba viva aunque le habían agujereado el cuerpo. En la mazmorra encontraron a una docena que todavía respiraba, algunas de las cuales habían sido perforadas y cortadas en varias ocasiones a lo largo de las últimas semanas. De debajo del castillo exhumaron los cuerpos de 50 muchachas más. Y el diario de Isabel contaba día por día sus víctimas, con todo lujo de detalles, hasta sumar un total de 612 jóvenes torturadas y asesinadas. Por todas partes había toneles de ceniza y serrín, usados para recoger la sangre que se vertía tan pródigamente en aquel lugar. Debido a esto, todo el castillo estaba cubierto de manchas oscuras y despedía un tenue olor a podredumbre. Se decía que mientras su esposo estaba fuera, ella mantenia relaciones sexuales con sirvientes de ambos sexos, y se rumoraba que cuando tenia sexo con chicas no era raro que las mordiese salvajemente.
Todo empezó en 1604, poco después de la muerte de su marido. Una de sus sirvientas adolecentes les dio un involuntario tirón de pelos mientras la estaba peinando. Al principio tuvo mucha suerte: la condesa reaccionó reventándole la nariz de un fuerte bofetón (cuando lo normal entre la nobleza de la época habría sido sacarla al patio para recibir cien bastonazos). Pero cuando la sangre salpicó la piel de Isabel, a ésta le pareció que allá donde había caído desaparecían las arrugas y su piel recuperaba la lozanía juvenil. La condesa, fascinada pensó que habia encontrado la solución a la vejez, y siempre podriá conservarse bella y joven. Todas las leyendas sobre canibalismo aseguran igualmente que la sangre humana prolonga la juventud. Tras consultar a sus brujas y alquimistas, con la ayuda del mayordomo Thorko y la corpulenta Dorottya, desnudaron a la muchacha, le hicieron un profundo corte en el cuello y llenaron un barreño con su sangre. Isabel se bañó en la sangre, o al menos se embadurnó con ella todo el cuerpo, y probablemente la bebió, para recuperar la juventud.
Entre 1604 y 1610 los agentes de Isabel se dedicaron a proveerla de jóvenes entre 9 y 26 años para sus rituales sangrientos. En un intento de mantener las apariencias, habría convencido al pastor protestante local para que sus víctimas tuviesen entierros cristianos respetables. Cuando la cifra comenzó a subir, éste comenzó a manifestar sus dudas: morían demasiadas chicas por "causas misteriosas y desconocidas". Así es que ella le amenazó para que callase y comenzó a enterrar en secreto los cuerpos desangrados. Ésta es, al menos, la versión de este pastor, que fue quien la denunció "oficialmente" al Rey Mátyás a través de la cura clerical.
Más adelante en la época en la que los errores de Gabor la pusieron en una situación política delicadísima, tomó la costumbre de quemar los genitales a algunas sirvientas con velas, carbones y hierros por pura diversión. También generalizó su práctica de beber la sangre directamente mediante mordiscos en las mejillas, los hombros o los pechos. Para estas cuestiones privadas se apoyaba en la fuerza física de Dorottya Szentes, que aunque ya mayor, seguía siendo muy capaz de inmovilizar a cualquier joven en la posición requerida. Esto ocurrió mientras estuvo en Viena.
En 1609 Isabel, por la falta de sirvientas en la zona como consecuencia de tantos crímenes, cometió el error que acabaría con ella: utilizando sus contactos, comenzó a tomar a niñas y adolescentes de buena familia para educarlas. Algunas de ellas comenzaron a morirse pronto por las mismas "causas misteriosas y desconocidas". Esto no era raro en aquella época, con sus elevadísimas tasas de mortalidad infantil y juvenil, pero en el "internado" de Čachtice el número de fallecimientos era demasiado alto. Ahora las víctimas eran hijas de la aristocracia menor, por lo que sus muertes eran consideradas importantes. La bruja Darvulia le habría prevenido que nunca tomara nobles, pero esta anciana había fallecido algún tiempo atrás. Fue su amiga Erszi Majorova, viuda de un rico granjero que vivía en la cercana localidad de Milova, quien convenció a la condesa de que no pasaría nada.
Hacia el final, muchos cuerpos se ocultaron en lugares peligrosamente insensatos, como campos cercanos, silos de grano, el río que corría bajo el castillo, el jardín de verduras de la cocina... Finalmente, una de las víctimas logró escapar antes de que la matasen e informó a las autoridades religiosas. Esto era algo que había ocurrido varias veces en el pasado, con sirvientas; por ejemplo, en el otoño de 1609...
"...una joven de doce años llamada Pola logró escapar del castillo de algún modo y buscó ayuda en una villa cercana. Pero Dorka y Helena Jo se enteraron de dónde estaba por los alguaciles, y tomándola por sorpresa en el ayuntamiento, se la llevaron de vuelta al Castillo de Cachtice por la fuerza, escondida en un carro de harina. Vestida sólo con una larga túnica blanca, la condesa Isabel le dio la bienvenida de vuelta al hogar con amabilidad, pero llamaradas de furia salían de sus ojos la pobre ni se imaginaba lo que le esperaba. Con la ayuda de Piroska, Ficzko y Helena Jo, arrancó las ropas de la doceañera y la metieron en una especie de jaula. Esta particular jaula estaba construida como una esfera, demasiado estrecha para sentarse y demasiado baja para estar de pie. Por su [cara] interior, estaba forrada de cuchillas del tamaño de un dedo pulgar. Una vez la muchacha estuvo en el interior, levantaron bruscamente la jaula con la ayuda de una polea. Pola intentó evitar cortarse con las cuchillas, pero Ficzko manipulaba las cuerdas de tal modo que la jaula se balancease de lado a lado, mientras que desde abajo Piroska la punzaba con un largo pincho para que se retorciera de dolor. Un testigo afirmó que Piroska y Ficzko se dieron al trato carnal durante la noche acostados sobre las cuerdas, para obtener un malsano placer del tormento que con cada movimiento padecía la desdichada. El tormento terminó al día siguiente, cuando las carnes de Pola estuvieron despedazadas por el suelo".
Esta descripción tiene su parecido con otro artilugio de tortura utilizado por la Báthory, llamada la Doncella de Hierro la cual era una especie de sarcófago que reflejaba la silueta de una mujer y que por dentro tenía afilados pinchos. Este artilugio se abría para introducir a al víctima y luego encerrarla para que los pinchos se le incrustaran en su cuerpo.
Es imposible saber, hoy en día, qué sucedió realmente. Desde el punto de vista psiquiatrico Erzsébet Báthory sería una anomalía que se sale del patrón común a todos los asesinos en serie conocidos. En la época era común castigar cruelmente a siervos y pupilos, y ejecutar incluso a pequeños delincuentes de las maneras más espantosas. Puede que Erzsébet fuera inocente, y sólo se comportara como una noble más de su época. Quizás fuera sádica, y en consecuencia se aplicara especialmente a la hora de imponer disciplina, o incluso obligara a sus sirvientas a tomar parte en prácticas sadomasoquistas más o menos extremas; de nuevo, ninguna novedad para la nobleza de su tiempo, cuya impunidad y poder legal les permitía tratar a la servidumbre como quisieran. O quizás fue realmente una torturadora y asesina en serie amparada en su status, que sólo se perdió cuando por falta de nuevas víctimas entre la plebe recurrió a las hijas de la nobleza menor que formaba.
Gutane Jer Weihailag !
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